Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres

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Violencia por parte de parejas y exparejas, violencia sexual, matrimonios forzados o mutilación genital femenina. Trata con fines de explotación sexual, acoso sexual, violencia psicológica, de control, económica… Todas ellas manifestaciones de la violencia de género, una violencia que se ejerce sobre las mujeres por el simple hecho de serlo.

Según la Organización de Naciones Unidas, una de cada tres mujeres de 15 años o más ha sido sometida a violencia física o sexual por parte de su pareja o de otro agresor en todo el mundo. Y se estima que 137 mujeres son asesinadas por sus parejas o por un familiar cada día en nuestro planeta. ¡137 mujeres asesinadas diariamente!
En nuestro país, 1.118 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas desde el año 2003. 37 de ellas durante 2021.
Desde 2013, ha habido 44 asesinatos de menores -5 este mismo año- cometidos por sus propios padres o las parejas de sus madres.
Y 330 niñas y niños han quedado huérfanas y huérfanos como consecuencia de la crueldad de la violencia machista. Y esta es solamente la parte más dolorosamente visible de una tragedia cotidiana que apenas se ve y cuyos cimientos profundos entierran la desigualdad entre mujeres y hombres.

Cada día en nuestro país se interponen más de 400 denuncias por violencia de género; se reciben alrededor de 240 llamadas a las líneas de atención telefónica; se dictan una media de 100 órdenes de protección o se registran cuatro violaciones. Datos que no hacen sino dar cuenta de la enorme magnitud del problema y tras los cuales hay vidas de mujeres.

Las cifras y su permanencia en el tiempo nos dicen que la violencia machista es una de las peores y más persistentes pandemias a las que hacemos frente como sociedad. Ante esta realidad, venimos recorriendo un largo camino desde hace décadas para conseguir su erradicación porque estamos convencidas de que hay vacuna para ella.

Todas y cada una de las personas que habitamos nuestros pueblos y ciudades, nuestra región, nuestro país somos la cura a toda esta violencia estructural que sufren mujeres y niñas. Somos una cadena de manos que, juntas, están construyendo una sociedad más justa y democrática donde las mujeres puedan vivir una vida plena, libre y sin miedo.

La sociedad civil en su conjunto, todos y cada uno de los diferentes gobiernos y administraciones públicas locales, provinciales, regionales, estatales e internacionales, organizaciones feministas y de mujeres, entidades sin ánimo de lucro, la juventud, el sector privado y los medios de comunicación debemos prevenir y combatir la violencia machista reforzando alianzas y tejiendo redes y, sobre todo, debemos actuar para proteger a las mujeres víctimas, sus hijas e hijos y familiares.

Solo así, tendiendo nuestra mano, creyendo, escuchando y apoyando a las víctimas conseguirán dejar de ser víctimas para ser supervivientes. Podrán dejar atrás el miedo, el sentimiento de culpa y la vergüenza y recuperar la confianza en sí mismas, aprender a ser libres y a vivir de forma independiente.

No podemos resignarnos a que se asuma como normalidad la violencia contra las mujeres. Mucho menos permitir que mensajes negacionistas, que rompen el consenso social y político existente, que empoderan a los maltratadores y debilitan a las víctimas nos hagan retroceder décadas de progreso para la eliminación de este problema que supone una de las más profundas vulneraciones de derechos humanos en las sociedades actuales. Por eso, ahora te toca a ti, a mí, a nosotras y nosotros, mujeres y hombres que luchamos por la más justa de las causas, que alzamos la voz para condenar toda esa violencia ejercida contra las mujeres durante siglos y que nos reafirmamos en el compromiso de trabajar hasta eliminar de nuestra sociedad la violencia machista desde la convicción más profunda de que solo una democracia libre de violencia machista es una democracia plena.

Tú también puedes ayudar a generar conciencia y pasar a la acción para poner fin a la violencia contra las mujeres.